Elegimos una fotografía y nos inventamos una historia.
FOTO: JOSÉ LUIS OLLO http://giusual.blogspot.com/
TEXTO: JULIO Y ERIKA
La gente suele decir que la vida es bella, pero también suele ser injusta y triste, como la historia que os vamos a contar de una niña que se enamora.
Rosana era una niña australiana de 12 años que vivía con su padre. Su madre murió hace cuatro a causa de una enfermedad, ella no supo porque razón.
Una vez su padre le dijo que tenía que ir a un congreso de un año y medio, es decir un viaje de trabajo a un país diferente, y que la podía llevar consigo si quería. Le sugirió que viniera para no dejarla sola.
Ese congreso iba a ser en Perú. Rosana por una vez no podía estar más emocionada. Allí conoció a un joven callejero vendedor de fruta de 16 años llamado Daniel. Era un chico que por una parte atendía bien a los clientes, pero por otra pare era algo sinvergüenza.
Rosana y Daniel se conocieron así: era de noche y Rosana estaba dando un paseo por la calle cuando fue atacada por dos gamberros que le intentaban quitar la pasta. Daniel, que pasaba por allí, vio a los gamberros atacando a la pobre muchacha y fue a ayudarla. Como sabía pelear muy bien acabo con ellos en unos minutos.
Daniel le pregunto a Rosana si se encontraba bien. Después de que Rosana le diera las gracias, ellos empezaron a ser amigos. Tras media hora de charla, Rosana se fue derechita a su casa, pero Daniel le dijo que a esas horas de la noche rondaban muchos gamberros, así que le sugirió que la acompañase hasta su casa.
Paso una semana y Rosana se acostumbro a que Daniel la llevara a su casa por la noche. Una vez cuando Rosana paseaba por la calle, vio a su amigo en una fuente con una chica muy bonita. Cuando Daniel la vio ella se fue corriendo, lo que demostraba que estaba enamorada de Daniel, pero ella no lo sabia.
Pasaron cinco meses desde que Rosana llego a Perú, conoció a Daniel y cuando vio a su amigo con otra chica. Rosana ya había cumplido 13 años y Daniel 17. Su padre hizo una fiesta para su hija, solo que era una sorpresa. Ella cuando salio del colegio vio a Daniel con la otra chica y la estaba besando. La pobre muchacha se fue llorando a casa.
Al llegar a casa, Rosana aligeró el paso y al abrir la puerta, su padre y otros amigos salieron de su escondite y gritaron “¡¡SORPRESAAAA!!”.
Rosana se puso contenta. Nunca había tenido un cumpleaños más alegre. La fiesta estaba muy bien, el padre de Rosana le dijo que todavía quedaba un invitado y que no había llegado. De repente la puerta se abrió y apareció el último invitado, Daniel.
Ya casi era de noche y todos los invitados se fueron a sus casas, salvo Daniel, que se quedo charlando con Rosana. Pasaron como una hora y media hablando y cada uno sentía hacia el otro y de repente se besaron. Después de ese momento ambos se despidieron y Daniel salio por la puerta.
Pasaron 13 meses y era el momento en el que Rosana y su padre tenían que volver a Australia. Ya estaban en el aeropuerto con el equipaje. Antes de que se subieran al avión, Daniel llamo a Rosana para darle una foto, en la que estaban los dos juntos. Para que se acordara de ella, Rosana le dio una pulsera. Se despidieron dándose un ligero beso.
Pasaron 5 años y Rosana volvió a Perú para hacer una visita a su dulce Daniel. Ambos se dijeron que se amaban, se casaron y tuvieron dos hijos, un niño y una niña. Y eso demuestra que la vida suele ser triste, pero también es feliz.
Rosana era una niña australiana de 12 años que vivía con su padre. Su madre murió hace cuatro a causa de una enfermedad, ella no supo porque razón.
Una vez su padre le dijo que tenía que ir a un congreso de un año y medio, es decir un viaje de trabajo a un país diferente, y que la podía llevar consigo si quería. Le sugirió que viniera para no dejarla sola.
Ese congreso iba a ser en Perú. Rosana por una vez no podía estar más emocionada. Allí conoció a un joven callejero vendedor de fruta de 16 años llamado Daniel. Era un chico que por una parte atendía bien a los clientes, pero por otra pare era algo sinvergüenza.
Rosana y Daniel se conocieron así: era de noche y Rosana estaba dando un paseo por la calle cuando fue atacada por dos gamberros que le intentaban quitar la pasta. Daniel, que pasaba por allí, vio a los gamberros atacando a la pobre muchacha y fue a ayudarla. Como sabía pelear muy bien acabo con ellos en unos minutos.
Daniel le pregunto a Rosana si se encontraba bien. Después de que Rosana le diera las gracias, ellos empezaron a ser amigos. Tras media hora de charla, Rosana se fue derechita a su casa, pero Daniel le dijo que a esas horas de la noche rondaban muchos gamberros, así que le sugirió que la acompañase hasta su casa.
Paso una semana y Rosana se acostumbro a que Daniel la llevara a su casa por la noche. Una vez cuando Rosana paseaba por la calle, vio a su amigo en una fuente con una chica muy bonita. Cuando Daniel la vio ella se fue corriendo, lo que demostraba que estaba enamorada de Daniel, pero ella no lo sabia.
Pasaron cinco meses desde que Rosana llego a Perú, conoció a Daniel y cuando vio a su amigo con otra chica. Rosana ya había cumplido 13 años y Daniel 17. Su padre hizo una fiesta para su hija, solo que era una sorpresa. Ella cuando salio del colegio vio a Daniel con la otra chica y la estaba besando. La pobre muchacha se fue llorando a casa.
Al llegar a casa, Rosana aligeró el paso y al abrir la puerta, su padre y otros amigos salieron de su escondite y gritaron “¡¡SORPRESAAAA!!”.
Rosana se puso contenta. Nunca había tenido un cumpleaños más alegre. La fiesta estaba muy bien, el padre de Rosana le dijo que todavía quedaba un invitado y que no había llegado. De repente la puerta se abrió y apareció el último invitado, Daniel.
Ya casi era de noche y todos los invitados se fueron a sus casas, salvo Daniel, que se quedo charlando con Rosana. Pasaron como una hora y media hablando y cada uno sentía hacia el otro y de repente se besaron. Después de ese momento ambos se despidieron y Daniel salio por la puerta.
Pasaron 13 meses y era el momento en el que Rosana y su padre tenían que volver a Australia. Ya estaban en el aeropuerto con el equipaje. Antes de que se subieran al avión, Daniel llamo a Rosana para darle una foto, en la que estaban los dos juntos. Para que se acordara de ella, Rosana le dio una pulsera. Se despidieron dándose un ligero beso.
Pasaron 5 años y Rosana volvió a Perú para hacer una visita a su dulce Daniel. Ambos se dijeron que se amaban, se casaron y tuvieron dos hijos, un niño y una niña. Y eso demuestra que la vida suele ser triste, pero también es feliz.
1 comentario:
esta historia casi no tiene pies ni cabeza, sin embargo, nos parece muy interesante.Al principio ese daniel es un poco golfo, golfo, cierabares.
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