El fin de semana es como un cajón de sastre. Casi todo puede caber en él. Hay tiempo para pasear por el Casco Viejo con un amigo. Para ver una película en inglés. Leer tranquilamente un libro en compañía de una taza humeante en un café.
También se puede ir a correr y después hacer la compra de la semana. O leer tranquilamente el periódico el domingo por la mañana. En el fin de semana se encuentra espacio, por ejemplo, para correr en una ambulancia de un lugar para otro o, incluso, para dar una vuelta con los amigos cuando la ciudad ya está oscura y en conversaciones locas arreglar el mundo, o al menos reírnos un poco del nuestro.
Y todavía más. El fin de semana incluso permite calzarse las botas y patear algún monte perdiéndose entre la niebla. Una niebla que se funde con la nieve y desdibuja todo, hasta el punto de que, más allá de quien se encuentra delante tuya, todo se desenfoca. Como si perdiera importancia.
El fin de semana es, a fin de cuentas, parecido a un folio blanco en el que cada uno va lanzando sus trazos.
Texto: Raúl
Fotos: Javier
1 comentario:
hola raul somos lorea e isabel nos gusta muchisimo tus fotos de la nieve sales muy guapo. traenos mas fotos de la nieve.
un abrazo un beso muy fuerte de las dos.
firmado lorea e isabel
Publicar un comentario